Human capital

¿Volver o no volver?

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Hace 50 años que se habla de trabajo remoto, pero no fue hasta la pandemia por COVID-19 que se asentó esta modalidad, ¿llegó para quedarse?
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En el teletrabajo, trabajo remoto, home-office, Smart working o trabajo desde el hogar, el colaborador no necesita dirigirse a la oficina para cumplir con sus tareas y alcanzar sus objetivos. Actualmente hablar de esta forma de empleo no resulta extraño ni exótico. De hecho, se escucha con más frecuencia que nunca y se ha convertido en un requisito de las personas a la hora de elegir un trabajo.

Fue en 1973, a raíz de la crisis del petróleo, cuando se comenzó a llevar el trabajo al colaborador. Con el fin de disminuir el uso de combustible para el traslado hacia la oficina, muchas empresas decidieron experimentar una nueva forma de trabajo. Sin embargo, la falta de herramientas tecnológicas dificultaba la realización de las tareas, por lo que no se tardó en volver a la presencialidad.

En la década de los 90, la expansión de internet y la popularización de las computadoras en el hogar fueron el puntapié inicial para la evolución y factibilidad del trabajo remoto, siendo el 2020 un año cúlmine. La cuarentena impuesta por los Gobiernos como forma de prevención de contagio durante la pandemia del COVID-19, llevó a las empresas a implementar nuevamente el trabajo desde el hogar, pero esta vez con buenos resultados, tanto para la compañía como para el colaborador.

Según un estudio de FlexJobs, el 75% de las personas dicen ser más productivos trabajando remotamente debido a que tienen menos distracciones. Este dato es respaldado por el INDEC, que comunicó que durante el 2022 las exportaciones de la industria del conocimiento crecieron un 19,4% respecto al 2021.

 

¿Cuáles son sus ventajas?

Aquellos que trabajan de forma remota coinciden en que pueden conciliar mejor su vida familiar, social y laboral y, a la vez, son más productivos. Por su parte, el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de Argentina sostiene que esta modalidad de trabajo facilita la inclusión de grupos vulnerables (mujeres, personas en condición de discapacidad, privadas de la libertad, población vulnerable o cabezas de familia).

Las mujeres son las más favorecidas en este aspecto. Datos del informe Women in Business 2023 de Grant Thornton señalan que en las empresas flexibles el porcentaje de mujeres en la alta dirección es del 36%.

Otra ventaja que tiene el teletrabajo es el ahorro de tiempo y costos, al evitar el desplazamiento entre el domicilio y el lugar de trabajo. Este punto permite una mayor optimización del tiempo de trabajo y disminuye la tasa de ausentismo laboral. Además, el 40% de los teletrabajadores dice que normalmente «no está estresado» durante una jornada normal.

 

¿Es posible que el teletrabajo sea la norma?

Las grandes ventajas que se presentan para la empresa y los colaboradores hacen que se plantee la posibilidad de establecer el trabajo remoto como política y que se convierta en la norma. Sin embargo, aún falta camino por recorrer y muchas compañías se rehúsan a que eso suceda.

La principal barrera que se presenta a la hora de establecer el trabajo remoto es la dificultad para el trabajo en equipo. Si bien existen múltiples herramientas digitales para el trabajo sincrónico a distancia, la dinámica grupal se ve afectada. Además, la imposibilidad de realizar reuniones presenciales dificulta mantener un entorno positivo y puede retrasar la realización de ciertas tareas.

El aumento de los correos electrónicos, llamadas y videollamadas produce un aumento del estrés laboral y fatiga mental, afectando la salud, reduciendo la productividad y evitando que el cerebro mantenga un estado creativo, proactivo y analítico.

Una encuesta realizada por Grant Thornton Argentina reveló que el 46% de los encuestados valora la socialización con colegas y la ubican como el principal motivo por el que eligen ir a la oficina. Este aspecto es clave, porque afecta a ambas partes. En el trabajo remoto el colaborador puede sentir aislamiento social, lo que deriva en baja autoestima y motivación; y la empresa pierde su cultura y su coordinación del trabajo se ve transformada.  

El sentido de pertenencia y la identificación con la marca empleadora también se ven altamente afectados por la virtualidad. Los reconocimientos a los esfuerzos y las conversaciones casuales que se producen en la presencialidad no suelen darse en lo remoto. Esto produce sensación de soledad y aislamiento en el colaborador.

 

El trabajo híbrido como solución

Ante este panorama muchas compañías buscan volver al esquema presencial de trabajo, pero gran parte de su staff se niega a retomarlo. Entonces, surge una tercera modalidad de trabajo: el esquema híbrido.

Este enfoque presenta lo mejor de la presencialidad y la virtualidad ya que el colaborador tiene la posibilidad de trabajar remoto o desde la oficina, según decida. La empresa puede establecer una política que defina la cantidad de horas/días que el colaborador deba trabajar en la oficina, o bien puede brindarle total autonomía en la elección del lugar de trabajo y ofrecerle un lugar físico al que pueda recurrir en caso de necesitarlo.

Para que funcione y sea productivo, el esquema debe centrarse en el trabajo en equipo y ser diseñado para satisfacer, tanto las necesidades productivas de la organización, como las necesidades de cada uno de sus miembros. Tiene que aportar el valor que no se obtiene en el trabajo remoto, pero sin forzar el acercamiento a la oficina. Por ejemplo, fomentar que los juniors o los nuevos miembros vayan a la empresa permite que la cultura de la compañía se haga parte de ellos; pero si en esa jornada no reciben una experiencia diferente a la que pueden experimentar trabajando desde su casa u otro lugar (p.ej. un jefe que les enseñe una habilidad nueva) no van a desear volver y posiblemente tampoco apoyen las iniciativas recreativas que se realicen en la oficina.

Por otra parte, diferentes estudios señalan que la productividad aumenta en esquemas híbridos. Esto se debe a que la flexibilidad y libertad de elección hace que aumente el compromiso, y así los resultados comerciales. Los colaboradores que asistan a la oficina lo harán para cumplir un objetivo y estarán más abiertos a la colaboración. Muchas veces deciden realizar en el hogar las tareas individuales y en la oficina llevar a cabo las reuniones o el trabajo en equipo y forjar lazos con sus compañeros.